Creo que se trata de una epidemia. Cada vez me rodean más gilipollas. ¿Es posible que se contagie? Su propagación es silenciosa (más que la multiplicación de los Gremlins al ser mojados en agua) y sin señales palpables por los cinco sentidos en el primer contactos con el afectado. El Ministerio de Sanidad ni se inmuta ante tal fenómeno, digno de catalogarse de problema de salud pública global: ni da consejos de prevención, ni activa el estado de alarma, ni proporciona un protocolo de actuación para cuando se alcance el estatus de pandemia global.

Por su parte, la comunidad científica tampoco dedica esfuerzos en investigar el asunto y destapar cómo se llega a niveles insospechados de gilipollez. No existen estudios de campo al respecto y, por tanto, las revistas científicas no pueden hacerse eco de ello, ni los suplementos de los periódicos publican amplios reportajes para concienciar a los ciudadanos de su fatal efecto y el peligro de contraer la enfermedad.

Pero la población cada vez es más consciente de la oleada de gilipollez. Empieza en las altas esferas para recalar más tarde en las capas más populares.

1. Los políticos, banqueros y familia real hacen gala de ello constantemente. Que si ahora digo esto, luego me contradigo, después me embolso dinero público, lo envío a Suiza y después declaro ante un juez mi gilipollez innata para que dictamine que era tan corto que ni me enteraba que robaba.

2. Influencers, instagramers y egobloggers. Puede no sea objetiva y que sea a causa de mi envidia porque me he estrenado en Instagram y sólo tengo un seguidor, pero he visto tanta gilipollez en los grandes influenciadores de la sociedad occidental que no me extraña que después se propague tan rápido la estupidez.

3. Sujetos con los que convives por motivos de trabajo. Pueden ser compañeros, jefes, clientes o proveedores. Normalmente su gilipollez es la máscara para esconder su actitud follonera, que son unos vagos de campeonato y embudos en potencia del buen trabajo. En resumen, la gilipollez puede ser la mejor arma para dulcificar la incompetencia.

3.Iindividuos que se cuelan en nuestra vida social (fiestas, barbacoas, encuentros familiares, afterworks). Normalmente su gilipollez se debe al egocentrismo máximo. Sólo saben tirarse flores a sí mismo y no tienen ni un ápice de interés ni de sentido del humor. ¿Y por qué ellos tienen pareja? Preguntaremos a Iker Jiménez a qué puede deberse.

4. Mujeres y hombres y viceversa. Siento herir algunos sentimientos pero se merecen un apartado específico. Aquí incluyo toda la fauna tróspida que encontramos en los programas de Cuatro y Telecinco. Todos ellos nos hacen un flaco favor a los que hemos estudiado periodismo. Entonces me diréis que esto es entretenimiento y no información… Es verdad pero hace que ya nadie se tome en serio nuestro trabajo, que haya muchísima precariedad laboral (más que otras carreras) y que muchos nos den el pésame cuando decimos por qué opción universitaria nos decantamos. Además, tanta incultura en dos plataformas con tanta audiencia no me extrañan las consecuencias fatales.

Sin embargo, hay un tipo de gilipollez que sí que está en peligro de extinción y, en cambio, esa especie es buena (para hacer una analogía sería como el colesterol bueno y el malo), aunque yo creo que, en realidad, no son gilipollas aunque la opinión pública sí lo crea. Me refiero a los gilipollas buena gente. Sí, esa gente que ayuda a los demás, que se va a hacer voluntariado durante sus vacaciones, que va a ayudar a los refugiados Sirios en tierra de no se sabe quién, a los que pierden una mañana de sábado para ir al Cottolengo, a los que te hacen un favor sabiendo que tú no se lo puedes devolver o al que te ayuda a subir unas maletas cuando no puedes con tu alma.

Esto último me pasó cuando cogí el bus para mi pueblo e iba con el ordenador, una maleta, una bolsa con comida, una mochila de mi hermana… Iba cargada com un ruc (como se dice en catalán). Y todo el mundo empujaba a ver si podían poner ellos primero la maleta (como si no hubiera espacio para todos) y les importaba un bledo si yo iba muy cargada, se me había caído el móvil por el suelo gracias a sus golpes y no lo podía recoger de lo cargada que iba y el tumulto de gente. Imaginad que se reparte comida después de una semana sin comer…. Muero atropellada. Suerte que soy una jovenzuela treintañera y me apañé, no quiero ni imaginar si llego a tener 70 años. En cambio, más tarde, hubo una chica de mi edad que me ayudó con las maletas y me quedé perpleja, no me lo creía, todavía hay gilipollas buena gente.

No necesitamos Supermans ni Batmans de la vida para arreglar las cosas (ahora que se estrena la película que yo me muero de ganas sólo por ver a los actores protagonistas), sino más gilipollas buena gente para neutralizar la propagación a índices gremilianos de gilipollas de los malos.

Tweet