Mi pueblo

El sitio de vacaciones de una persona aporta mucha información sobre el estatus social o, como mínimo, puede servir para aparentarlo. Las revistas femeninas nos recuerdan, año tras años, cuál es la ubicación más chic para fijar la segunda residencia. Desde la perspectiva royal, suenan fuerte los nombres de palacios como Balmoral para los Windsor o Marivent para los Borbones españoles, cuyo apego por Mallorca parece disminuir con el tiempo.

Después encontramos las destinaciones cool como Ibiza o Formentera, donde podemos toparnos con los hermanos Casiraghi, los jugadores del F.C. Barcelona o la top Kate Moss. En Francia, Saint Tropez destila encanto para quienes prefieran sentirse como Grace Kelly en Atrapa a un ladrón o perpetuar el glamour del Festival de Cine de Cannes tomando una copa en alguna terraza escandalosamente elitista de la Costa Azul.

AndreaIbiza

Si nos guiamos por los dictados de la ficción americana, nos decantaríamos por Malibú – para aquellos fans de la Los vigilantes de la playa– o Los Hamptons para quienes Serena Van Der Woodsen y Blair Waldorf son el espejo en el que mirarse.

TheHamptons

Volviendo a geografías más próximas y a unas vacaciones más realistas y asequibles, en Barcelona, la gente con un notable poder adquisitivo se decanta por Menorca, la Val d’Aran, la Cerdaña o el Empordà. Los que buscan fiesta, ruido y precios más ajustados se dejan caer por Salou o Lloret de mar.

Ninguna de estas tipologías responde a la segunda residencia de Isa Pi. Tampoco es una segunda residencia al uso, ya que es la casa de mis padres y donde vivía antes de independizarme a los 18 años. No se ubica en los Pirineos como imagina la mayoría cuando explico mis orígenes ilerdenses, sino que estoy a casi dos horas de las pistas de esquí.

BaqueiraBeret_IsaPi

Mi pueblo está dividido por una carretera comarcal muy transitada durante los fines de semana de invierno y el día de la operación salida de verano. En otras palabras, es una localidad de paso para los motivados que van a esquiar a Baqueira cada finde o los que prefieren el frescor de la montaña para sus días de verano.

Los ocupantes del coche – a quienes agradecemos que paren a tomar un café o a comprar el pan para el bien de nuestra economía- se preguntan qué tipo de gente debe de vivir en esas casas con poco atractivo que ven de refilón por su ventanilla. Este tipo de inquietud no me la he inventado, sino que está basada en el testimonio de amigos y conocidos que han transitado por mi pueblo antes de conocerme.

Señores y señoras aquí una autóctona de esas tierras que pasan desapercibidas para políticos, hombres del tiempo, esquiadores y domingueros.

ElPueblo_color
¿Y por qué quedarse donde todos pasan de largo?

1. Están mis orígenes y mi familia.
2. Ir donde van todas las personas con las que habitualmente te codeas no es desconexión.
3. No me gusta hacer lo que hacen todos.
4. Hay poca gente. Bajar a una playa donde no te puedes mover y te enteras de las batallitas del de la toalla de al lado, no son vacaciones.
5. La llanura característica de la zona -repleta de árboles fruteros- permite ver unos atardeceres preciosos, a veces incluso parece que puedes tocar las nubes.
6. Nadie quiere aparentar ni demostrar nada. Cada uno es feliz de ser el hijo de su madre y de su padre.
7. Precios razonables, sin variaciones estacionales.
8. Puedes ir en bicicleta a los pueblos de al lado, sin peligro a que te atropellen.
9. Una piscina municipal en muy buenas condiciones.
10. Las ráfagas de olor que emanan de las granjas dan fe de que la carne que comemos no es de plástico.

 

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