Después de las vacaciones siempre llega el resacón máximo, más en Navidad. Tres kilos de más, unos cuantos / bastantes euros de menos y la voluntad de alcanzar, no los propósitos de año nuevo, sino la normalidad con pocos altibajos. Tantos cambios de horario en el cuerpo no son sanos: que si el fiestón de fin de año, que si los Reyes Magos, que si duermo hasta mediodía para recuperar horas de sueño… que el día antes de empezar a trabajar el jetlag navideño te da mucho insomnio.
Sin la posibilidad de dormirse empiezas a darle vueltas a todas las cosas que dejaste pendientes en el trabajo para el año nuevo. Lo sé, peor que una película de terror. ¿Podría tener de buena mañana tan poco sueño también? Te levantas a beber agua, a comer un yogur, a hacer pipí pero sigues con los ojos abiertos sin conciliar el sueño. Entonces decides o leer un poco o consultar tu perfil en las redes sociales. Lo más inteligente sería leer pero no siempre elegimos lo más inteligente.
Con el portátil en mano empiezas la ruta en Facebook. Analizas el timeline y te das cuenta que tienes “amigos” que ni lo sabías. ¿Cuándo me enviaron la solicitud o yo se la envié? Entonces clicas su foto y empiezas a poner siguiente hasta que estás puesta al día de la vida personal de todo el mundo. Esto es mejor que el ¡Hola! señores. Que si esta se ha casado con un vestido terrible (con lo estilosa que era en el cole); que si no se quién ya tienen dos hijos (pero si la última vez que la vi estaba soltera y sin novio como yo, la gente sí que pone el turbo); que si no se quién vive en Estados Unidos (la tía tendrá una pasada de trabajo, qué envidia…), que la otra ya no tiene fotos con su novio…(ay pobre, con lo duro que es) Y ya tenemos el serial televisivo perfecto contra el insomnio.
Después se pasa al análisis masculino. Primero se empieza con los ex o rolletes. En este caso intentas verificar que el tío en cuestión está desmejorado (sobre todo si te ha dejado él a ti) y después repasas cada una de las fotos con chicas para adivinar con cuál está saliendo. Yo soy un as para ello, tengo una intuición muy desarrollada. Si es un tío que te moló de verdad te comparas con la tía en cuestión y te preguntas por qué irá con esa tía a la que tu le das mil vueltas. ¡Estos hombres no saben lo que quieren! Con otros te alegras que estén con una tía guay porque realmente no existía ese feeling necesario o no teníamos nada en común. Otro fenómeno habitual es darte cuenta que el típico chico que no le habías hecho ni caso en la universidad está buenorro y es super interesante por las cosas que pone. ¿Por qué tendré ese radar tan atrofiado…? Y claro, ahora ya tiene pareja.
Con tanto cotilleo te decides a ir a Linkedin para mejorar tu perfil y al menos tener un trabajo que impresione. Entonces empiezas a aparecer en las sugerencias gente que se ha cruzado durante tu vida (da mucho miedo ver cómo las redes te conectan con gente que conoces) y no puedes evitar echarle un ojo. Que si lo que pone este es todo humo, está más pringado que yo; que si la otra es una crack, y mira que no llamaba tanto la atención; que si el otro ya no se dedica al periodismo, es que es un milagro trabajar de ello; que si la otra sacaba menos buenas notas que tú y debe cobrar el doble…
Y al final acabas en una aplicación de buscar pareja. Aquí el análisis todavía es más exhaustivo y acabas descartando a todo el mundo (quizá será verdad lo que dicen las emparejadas de “eres muy exigente”). Que si uno sale con niños y tendrá hijos; que si el otro pone que tiene 31 y tiene mínimo 41; que si el otro sale todo el rato con un perro y a mí me cuestan los animales (perdón por ser tan impopular a mi favor puedo decir que mi hermana es veterinaria y los adora, ponerse en contacto con ella en caso de amor a los animales); que si este tiene pinta de llegarme a la cintura, que si el otro se quiere demasiado a sí mismo, que si este tiene pinta de ser un cabrón, que si este se lo cree mucho, este es un pijo, este es un perroflauta…
Así que al final te mareas con tantos perfiles y te viene un sueño muy muy placentero, incluso te apetece ir a a trabajar al día siguiente. Caes rendida a tus sábanas y el despertador vuelve a recordarte que vuelves a la rutina pero del 2016.
P.D. Todo ello no es un comportamiento compulsivo, ni habitual en mi vida, sino un hecho aislado y por tanto sin importancia. En la película La Red Social se ve cómo Mark Zuckerberg actualiza mil veces su perfil para ver si su ex le ha aceptado. ¿Entonces qué vamos hacer la gente corriente?
