En el marco de una sociedad consumista, si tu sueldo no llega ni a los 1.000 euros, las probabilidades que tu vida sea interesante se reducen a muy pocas. Por tanto no entendía por qué la gente se empeñaba en que creara un blog de moda como narcotizante a mi injusta situación laboral en una televisión local. Casi debería dar las gracias al gobierno, a mi jefe y a la sociedad por tener la carrera de Periodismo y trabajar en algo que se acerca bastante a mis estudios, incluso a mis intereses y, por más inri, cobrar 900 euros.
¿De qué voy a hablar en un blog? No asisto a fiestas glamurosas, ni me invitan a la inauguración de la nueva tienda de Miu, Miu, ni puedo hacerme una foto con Karl Lagerfeld –y verificar delante de mis seguidores que “yo estuve allí”-. No me codeo con la beautiful people, ni soy hija de un aristócrata con apellido rimbombante, tampoco me siento en el front row de un desfile, ni me he comprado el último must de la temporada, porque cuesta mi sueldo de un mes. No paseo como una it girl, ni me hago fotos vestida de fahion victim –no tengo presupuesto para ello, ni quién pueda hacer las instantáneas-. Mis destinos de vacaciones no son playas paradisíacas, ni mi alojamiento un resort de lujo.
De todo ello ya se encargan de contarlo las editoras, estilistas, modelos, socialités, mujeres de…, actrices y chicas it en los blogs de moda. Ellas viven en primera persona este tipo de experiencias, que antes admiraba y envidaba y ahora me aburren. No me siento identificada con historias de lujo y aparente felicidad. ¿No saben que tenemos un 26% de paro y que en casi todas las empresas se aplica algún tipo de ERE? Claramente, esta idea de blog -con color, fiesta, belleza y lujo- es absurda con Isa Pi de protagonista. No tendría material suficiente para enganchar y fidelizar a un público.
El tiempo pasa –pronto cumpliré 30 años- y mi situación laboral es tan precaria e incluso peor que a los 25, sin posibilidades visibles de prosperar a corto plazo. No tengo coche, comparto piso de alquiler de 40 metros cuadrados con una doctoranda, casi dedico el día entero a mis labores de periodista y tener hijos me parece un lujo, a menos que encuentre un padre ajeno a la crisis, con tiempo libre y renunciemos a vivir en Barcelona.
A los 30, mis padres tenían una casa, dos hijos, un coche y sus respectivos trabajos. Sí que mi madre, en ese momento, vivía más inseguridad laboral en comparación con mi padre, pero ya se sabe que las mujeres siempre vamos por detrás en esta sociedad tan pensada para ellos.
Después de darle muchas vueltas, he concebido mi blog como un espacio para explicar con mucho sentido del humor e ironía la precariedad laboral, el paro, cómo pagamos justos por pecadores, la falta de oportunidades, el sueño de tener en propiedad un piso y las dificultades con las que nos encontramos los jóvenes para construir nuestra propia familia.
Como los políticos no viven esta realidad y, en cambio, se dedican a espiarse, a colocar a sus amigos como asesores, a robarnos y a hacer una reforma laboral que, de momento, sólo agudiza los problemas, creo que facilitarles este material de la mano de una experta en precariedad y nimileurismo puede servirles para mejorar la situación. En el caso, claro está, que todavía exista algún político honrado y a quien le importen realmente las personas.
Y por supuesto, como hacen casi todos los blogs cool, hablaré de cine, moda y cultura; pero nada de corta y pegas de notas de prensa sin alma, que siguen al pie de la letra los dictados de las agendas culturales elaboradas por las grandes empresas. Comentaré cosas realmente interesantes que me apasionen.
Sin embargo, por encima de todo, la razón principal de este blog es ahorrarme el psicólogo y no perder la cordura. Con 900 euros al mes, no puedo permitirme a un profesional que intente dar una razón lógica a por qué a mi edad y con una carrera universitaria todavía soy una mujer sin blanca, soltera, en busca de su sitio.
