Para el sexo me basta con tener relaciones esporádicas, que las tengo de hecho, con diferentes mujeres. Pero para emparejarme no busco a nadie e incluso lo evito. No peco de fantasma para nada si digo que mujeres más mayores que yo se me han insinuado recientemente. Pero no me atraen como parejas estables ni siquiera me atraen para sexo esporádico. Me gustan más jovenes, porque las de mi edad (36 años) y más mayores, salvo raras excepciones, no me atraen físicamente para nada. La edad no perdona y salvo honrosas excepciones en su mayoría no se han cuidado físicamente.

¿No voy a encontrar pareja acorde a mis expectativas? Me da absolutamente igual, ya estoy acostumbrado a la soledad y estoy mucho mejor solo que acompañado por alguien que no me atrae sexualmente. Prefiero la soledad, mis hobbies, y de vez en cuando alguna relación esporádica con alguna chica que sí me atraiga sexualmente (casi siempre más joven que yo).

Estoy retirado del mercado de las parejas, algunos dirán que forzosamente, aunque yo pienso que por mi parte no hay ninguna voluntad de “reinsertarme”. No hago mal a nadie con mi modo de vida y tengo la conciencia absolutamente tranquila. Buenas tardes, y buena suerte.

Por eso las treintañeras en adelante se nos van haciendo invisibles. Y una treintañera sin pareja estable es que ha perdido el tiempo o lo ha hecho muy mal para no atrapar a algún mochuelo incauto.

Lo siento.

Bueno, es que no es una cuestión de ética o moral, sino algo biológico. Lógicamente si analizadas la realidad desde una óptica feminista (lo de hoy en día no es feminismo, pero utilicemos el término para entendernos) las conclusiones son erróneas, porque las premisas lo son. El “feminismo” parte de una idea falaz: “todo es un constructo social”. Por ejemplo, dicen que los niños juegan con muñecas y los niños con lego, porque es una cuestión cultural, cuando en realidad responde a un instinto biológico. La mujer tiene una naturaleza más enfocada al cuidado y el hombre a la creación, de ahí que haya más enfermeras mujeres y más ingenieros hombres; y claro que hay enfermeros e ingenieras, pero son desviaciones de la norma, como un buen nadador de raza negra, o un campeón del mundo de 100m lisos caucásico.

No es que el hombre, o la mujer, puedan ser promiscuos (cada uno que haga lo que quiera), eso son cosas que se cuestionan los curas o los moralista. Lo importante es lo que te “pide el cuerpo”; tus hormonas; la biología. El hombre necesita de manera instintiva que su mujer le sea fiel porque es la única garantía que tiene de saber que el hijo será suyo y no de otro hombre. La mujer no necesita esta garantía de fidelidad, porque ella es la gestante, y al tener el control reproductivo puede controlar al 100% quién es el padre, simplemente con acostarse con un sólo hombres.

Lógicamente todo esto es instintivo, y no se racionaliza de esta manera cuando estás en el pub de moda o en Tinder; pero está ahí, en el subconsciente.

Una chica de 18 años tienen oportunidades de ser promiscua en ragos de edad de chicos de los 15 a los 40. Además tiene su máximo deseo sexual en una ventana muy limitada de su ciclo menstrual.

Un chico de 18 puede ser promiscuo con chicas de un rango de edades de entre 16-22 años. Además mantiene su libido al máximo todos los días del mes, en esa edad las hormonas que estimulan el deseo sexual son hasta 15 veces superiores a la mujer.

Los hombres jóvenes en su mayoría no tienen ni la oportunidad de ser promiscuos, pero sí mucha más necesidad de dar rienda suelta a sus impulsos sexuales.

Obviamente y acorde a la Ley del Péndulo, un hombre en la treintena-cuarentena asentado económicamente tienen más oportunidades de ser promiscuo. Pero…¿y si a los 18 hubiera encontrado la chica de su edad que lo hubiere retirado del mercado?

Que hayan hombres promiscuos a los 30-40, es el resultado de que a su edad las chicas de 18-22 estuvieran siendo promiscuas con chicos más mayores que él. Ley el péndulo.

¿Qué favorece la promiscudad de las mujeres a los 18-22 cuando tienen la sartén de las oportunidades por el mango? La ideología feminista de “promiscuidad sin consecuencias”. Pero como vemos, sí hay consecuencias nefastas para la mujer .

Un hombre a los 18 tiene dos caminos a elegir, ganar dinero en trabajos poco cualificados o estudiar y pasar penurias económicas para labrarse un futuro. Si va a la obra, o estudia de camerero, tendrá dinero para pagar fantas, invitar a cenitas, hacer viajecitos, recogerte en coche…Si estudia, solo pagarse el gym será un gasto problemático ante la falta de ingresos. Luego con el título bajo el brazo tocará hacer años de prácticas, con más horas extras que un reloj. Así con treinta y tantos el hombre buscará a su “princesa” para percatarae horrorizado que no la hay, que está se ha dejado pagafantear por el camarero, por el albañil,…¿Y ahora qué?
Pues la chica que de sus 18 a 28 estuvo saltando de rabo en rabo de machitos con trabajos poco cualificados, se fija ahora en el universitario con trabajo estable y bien remunerado de treintipocos…
…Pero de estos en la treintena cada vez hay menos imbéciles que creen que tener pareja es un “premio”, así que si no hay princesas quizás sea mejor no otorgar compromiso a ninguna mujer, y planterse probar de esa promiscuidad que les fue vetada en su momento, pero ahora que ya se han hecho los deberes en cuanto a un cierto estatus social y económico. Algunos ni eso, están tan desfraudados por la sociedad fluidmatriarcal que se dedicarán a sus hobbies, los mismos que los acompañaron en soledad mientras se formaban: videojuegos, series, cine, gimnasio…somos animales de costumbres.
¿No hay princesas? Bueno, eso ya lo lo sabíamos…es cosa del ginocentrismo institucional.
¿”Las mujeres no nos debéis nada”? Bueno, los hombres tampoco os debemos nada ¿No?
“Cada cual que haga lo que quiera mientras no moleste ni haga daño a nadie” ¿No era algo así?

Joven, guapa, y no polifollada (para que podemos llamarla “nuestra chica/novia/mujer”). Jueventud, belleza, y exclusividad son las características más buscadas y codiciadas por la masculinidad para fijarnos en ella y considerar otorgarle nuestro compromiso a una mujer. Para el sexo cualquiera vale.

Una vez nos hemos fijado en ella y somos pareja, fidelidad y respeto recíprocos serían un añadido deseable.

Que el Feminismo haya acabado con la exclusividad de las mujeres, que haya propiciado que las mujeres quemen su juventud en fuegos fatuos de promiscuidad desenfrenada y solo se planteen el compromiso masculino cuando su juventud y belleza están seriamente comprometidas…Es lo que certifica el fin de un contrato social sexoafectivo estable entre hombres y mujeres a largo plazo.