Ser aristócrata en el siglo XXI

No sé si estoy pasando una temporada un tanto depresiva de mi vida o que estoy en una fecha del mes susceptible para mis hormonas, pero casi me salta la lagrimita con la muerte de la Duquesa de Alba. No entiendo esta repentina pena, ni esta emoción lacrimógena por un personaje que me despertaba simpatía, aunque no más allá de un pasatiempo con las páginas del papel couché.

DemiMoore_IsaPiBlog

Es curioso cómo una mujer con más títulos que el Rey y a quien la mismísima Reina de Inglaterra debe hacerle reverencias recibiera tanto aprecio por parte del pueblo llano. No es fácil conseguir esta simpatía, más cuando tu sangre azul puede despertar las envidias, la crítica y el escepticismo ajeno. Sin embargo, una aristócrata de la alta alcurnia desde la cuna como la Duquesa de Alba ha caído infinitamente mejor que royals surgidas de la plebe como Letizia y Mette Marit, que a priori deberían empatizar aún más con los ciudadanos por sus orígenes humildes.

DuquesaAlbaJoven_IsaPiBlog

¿Cómo ha conseguido el calor del pueblo? Por su autenticidad y sencillez (deducidas desde la limitada impresión que dan los medios, por supuesto). Parecen extrañas estas cualidades en un ambiente donde prevalece la vanidad y las apariencias, en un título nobiliario que atesora una gran fortuna e innumerables propiedades desde la Edad Media. Doña Cayetana poseía una personalidad atípica en todos los ambientes, en hacer lo que ella creía mejor, independientemente, si queda bien o mal o si piensan o no piensan los demás. ¿Existen realmente personas tan libres?

Aparte de disfrutar de sus casas de Ibiza o Marbella y de contemplar los Goya de su colección, también gozaba de cosas cotidianas como el resto de los mortales como bailar sevillanas, ponerse unas pulseras de colores en los pies, pintar un cuadro, rezar al Cristo de los Gitanos o rastrear un mercadillo. No deslumbró por su belleza en plan Grace Kelly, ni le entendíamos al hablar, ni sus estilismo eran dignos de una it-girl pero a todos nos caía bien y todos se han volcado a la hora de decirle adiós.

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Sí, yo también quiero ser una aristócrata porque mi vida se simplificaría: prestarían atención a mi cv, atendrían a mis propuestas, no me quedaría en el paro, ni debería preocuparme por llegar a fin de mes y estaría rodeada de moscardones que intentarían seducirme con ingeniosas técnicas, no como ahora que sólo hay unos pocos hombres solteros, pasivos, con poca imaginación e iniciativa.

PrincesaPorSorpresa_IsaPiBlog

No entiendo estos dramas que acostumbran a acompañar a los grandes linajes, porque parten de una vida sin las dificultades y los obstáculos que todos nosotros intentamos superar en el día a día. Claro que dicen que cuando tienes aún quieres más; quienes te rodean lo hacen por tu estatus, el título no siempre viene acompañado de cash y la competencia a la hora de alardear es muy dura.

Entonces, ¿qué supone ser aristócrata en el siglo XXI?, le preguntaron en Vanity Fair a su hijo, el Conde de Siruela, Jacobo Fitz-James Stuart, que vive alejado de los medios en una masía del Empordà, con su mujer la periodista catalana Inka Martí: “Ya no existen clases sociales claramente determinadas por el estatus económico y la educación. Ahora todos somos terriblemente vulgares… Pero convendría distinguir que ser aristócrata hoy debería significar algo interno, no externo; la defensa de la civilización contra una barbarie que se apodera de la sociedad”.

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Vuelvo a reafirmarlo, yo también quiero ser aristócrata, pero internamente (por herencia es imposible porque corre sangre campesina por mis venas), y defender a la civilización contra la barbarie que se apodera de la sociedad. Y, por supuesto, tener esa libertad real de pasar por alto las opiniones ajenas. Duquesa de Alba, descanse en paz.

3 Comments

  1. 22 noviembre, 2014  11:27 by Srta.Palomo

    En lo que a mí respecta, la muerte de esta señora no me afecta sobremanera. No creo que el "mecenazgo" que ha ejercido en vida, ni el vivir su vida cómo le ha dado la "aristocrática" gana reporte ningún beneficio al resto de la sociedad. Cómo buen aristócrata ha hecho lo que le ha dado la gana solo , y eso le honra, que lo ha hecho de cara a la galería en vez de a hurtadillas cómo nos tienen acostumbrados reyes y otros miembros de alta cuna. Sólo en ése aspecto podría encontrar un punto de empatía con ella. Por lo demás era clasista cómo sus hijos, porque su linaje en Españistan se respeta porque somos los españoles un pueblo rancio. En cuanto a las declaraciones de su hijo, es muy fácil ser un aristócrata de la piel para dentro cuando tienes los recursos suficientes para serlo, para formarte y , por ende, para conseguirlo ¿acaso se les da la oportunidad de ser un aristócrata interior a un chaval que vive en una barriada en el extrarradio de una ciudad?

    Por lo único que esbocé en su entierro una sonrisa pensando " ole tú" fue por tener un entierro con tanta pomba y boato, siguiendo de forma firme el protocolo y poniendo a la monarquía en el lugar que se merece: En un sillón dorado, a unos metros del "pueblo". Que se note lo que son: dignos herederos de los señores feudales, no son campechanos, no son como nosotros, nunca nos entenderán y solo quieren mantener su modus vivendi. Estoy a favor de la monarquía pero que lleven su cetro y su corona de dos kilos en la cabeza, Que se note quienes son, a ver si así despiertan tantas simpatías.

    Soy muy reaccionara con estas cosas...

    Un saludo!

    Lucía

  2. 22 noviembre, 2014  11:33 by Isa Pi

    Si yo pienso como tu!!!! Ojalá nosotras tuvieramos las oportunidades que ha tenido ella sólo por el mero hecho de nacer en la familia que ha nacido. Pero como mínimo se le veía cercana...

  3. 25 noviembre, 2014  09:02 by Elena

    Sea por lo que sea, era muy querida y entrañable y la verdad es que eso es muy difícil, más aún hoy! Que hasta la nobleza esta salpicada por delitos por fraudes fiscales. Se le podría haber metido a ella en el mismo saco y generar el mismo odio que causa la infanta Cristina.
    Al menos sabemos que la duquesa se ha dedicado a restaurar y gestionar gestionar una importante parte del patrimonio cultural de nuestro país.

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