Mitos como Tamara Falcó

Tengo una serie de mitos a los que idolatro en privado. No lo digo por mitos tópicos de la cultura popular como Maryling Monroe o Elvis Presley, sino otros menos icónicos, pero surgidos también de los mass media. Mi admiración no es total, ni ciega, más bien se dirige a aspectos concretos que me gustaría adquirir para mi persona o por su capacidad por llevar a cabo algo para mí dificilísimo. A veces mi conexión está en sus formas y otras en su contenido, pero también en ambas partes.

Algunos son de estilo como la desparecida Carolyn Bessete Kennedy – musa de Calvin Klein e icono fashion de los 90–, aunque no creo que pudiera ser mi amiga porque tenía cara de antipática; el Papa Francisco, por su sinceridad salvaje, en tiempos de apariencias, y por su preocupación por aquellos que margina la sociedad capitalista; también me gustan las periodistas Margarita Rivière y María Vela Zannetti.

CollageCarolynBessete_IsaPiBlog

PapaDesfigurado_IsaPiBlog

En el cine, me decanto por Jason Reitman, director artífice de las poco convencionales Juno y Up in the air, a pesar de su último bodrio en las antípodas de su estilo incisivo: Una vida en tres días. La lista es más larga, pero no quiero aburrir al personal con mis preferencias. Sólo indicar que están exentos los políticos y en una democracia no debería ser así.

Sin embargo, desde hace unos meses, tengo un nuevo mito. Uno de esos que diría con la boca pequeña, que en ciertos círculos intelectuales negaría y si me lo hubieran dicho hace cinco años, hubiera pensado que en el futuro se me ha ido la olla. Mi nuevo mito es Tamara Falcó. Sí, lo sé, no encaja nada; pensaréis que mis lecturas o, mejor dicho, mis hojeadas del ¡Hola! me han causado un daño cerebral irreparable. Os prometo que tengo mis motivos.

Ella tiene sólo dos años más que yo. Forma parte del club de los 30. Crecimos prácticamente a la par, con algunas diferencias, yo en mi pueblo y ella a través de las páginas de la revista del corazón por excelencia. Mi madre tiene una carrera universitaria; la suya aprendió la de ponerse guapa y cazar a hombres ricos; su armario es ecléctico: marcas, alta costura y algo de low cost; el mío es más monotemático: mercadillo y rebajas de Zara, Mango y H&M y, con suerte, algún chollo outlet.

TamaraIsabel_IsaPiBlog

Las dos estudiamos Periodismo, ella en Boston y yo en España, así se entienden mis lagunas con el inglés. Ella vive sólo en un ático monísimo en el centro de Madrid (lo sé porque lo vi en el ¡Hola!) y yo en un primero, en Barcelona, también céntrico pero amueblado en Ikea y con muebles viejos abandonados en un container.¡Ah! Y mi piso es compartido para reducir costes.

¿Por qué Tamara es mi nuevo mito? Por su transparencia, naturalidad y trasgresión. ¿Trasgresión? Sí, tener los huevos, mejor dicho, ovarios, de decir a un periodista del corazón que lee la Biblia y reza el Rosario en el siglo XXI y, en nuestro país, me parece más políticamente incorrecto, por ejemplo, que ir al congreso en top less.

Sí, ella es una niña de papá y mamá, con una vida llena de photocalls, cenas de Porcelanosa y desfiles de Pronovias, y gracias a ningún mérito propio, más por ser la hija de un personaje cuyo trabajo me da náuseas. Sin embargo, poco a poco, acapara más portadas que su madre, sus declaraciones son perlas para los periodistas rosas y, por lo general, cae bien. ¿Por qué? Por esa autenticidad que desprende. No hilará grandes discursos, ni dará razones muy consistentes y creíbles, ni encontrará un remedio para el cáncer y juega con ventaja por su posición social, pero no miente. Ella es así.

En tiempos de prometer algo que nunca llega; en el que el poder se utiliza para enriquecerse con el hurto sofisticado y no para administrar el dinero público al servicio de la sociedad – todos los partidos políticos que han gobernado están implicados en algún caso de corrupción– y la hipocresía es el pan de todos los días, alguien translúcido y sin malicia como Tamara da buen rollo.

¡Señores políticos, si alguien de ustedes tiene la honestidad de esta chica, más las aptitudes necesarias, claro, yo les voto! Y así Tamara Falcó se ha convertido en mi nuevo mito secreto (hasta ahora).

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2 Comments

  1. 13 septiembre, 2014  16:24 by Isa Pi

    Por supuesto y orgullosa! Aunque si tuvieras huevos, tal y como está montada nuestra sociedad, sería todo más fácil!;-)

  2. 13 septiembre, 2014  12:57 by Lola Ce

    Tú también tienes ovarios... Je, je, ya lo creo que sí.

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