Los sentimientos contradictorios de la rentrée

Este post sería más apropiado para mañana, 31 de agosto, pero me veo incapaz de escribir nada en esta fecha. No se trata de nostalgia y tristeza por la larga ausencia de la Reina de Corazones –mañana se cumplirán 17 años del fatal accidente que acabó con Lady Di – , sino por la inminente vuelta al trabajo y las irremediables toneladas de trabajo que se avecinan para este septiembre. Mañana sólo podré balbucear o mecanografiar algo dramático y de lágrima fácil, porque estaré en el momento álgido de la depresión postvacional. Este síndrome, propio de la era del consumismo exacerbado, se encarniza conmigo cada año.

LadyDi_IsaPiBlog

No siempre fue así. En mi época escolar, me emocionaba la vuelta el cole. El pistoletazo de salida lo daba el anuncio del Corteinglés – aunque nunca iba porque en Lleida no hay– , que nos deleitaba con los mejores precios en corticoles. Lo sé, oímos esta palabreja desde pequeños y no sabemos exactamente qué es. Me he documentado y, si lo he entendido bien, se refiere a todos los productos relacionados con la vuelta a la escuela de venta en estos grandes almacenes.

Y, como ocurre con la primavera, la publicidad daba inicio a un periodo corto pero apasionante en mi vida escolar: comprar los libros, hojearlos, forrarlos, poner el nombre y sentirme mayor por todos esos nuevos conceptos que me descubrirían. Estaba emocionada por volver a ver a los compañeros de clase y conocer a los nuevos alumnos y profesores. Estaba ya cansada del verano y me sobraba ilusión y ganas por empezar de nuevo.

A los 30, en cambio, empiezo a sentir los síntomas agudos propios de la depresión postvacacional: irritabilidad, tristeza, nerviosismo, falta de concentración o insomnio… No obstante, todavía queda algo de esa niña ilusionada. No por reencontrarme con el Sr. Narciso, que me empezará a pedir cosas sin sentido y responsabilidades desproporcionadas con mi mísero sueldo y jornada, sino por ver a los amigos de mi día a día, montar saraos, improvisar fines de semana, conocer gente nueva y tener la esperanza de que este nuevo curso puede haber oportunidades que, por fin, me ayuden a encontrar mi sitio.

DonDraper_IsaPiBlog

Da un poco de miedo esta última afirmación/ilusión. Cada nuevo año o curso, pienso que las cosas cambiarán para bien: un trabajo mejor, un sueldo más digno, un proyecto apasionante, enamorarse de un hombre que valga la pena… Pero pasan los años y todo sigue igual. Siento que esta crisis, en todos los sentidos, nos estanca a muchos jóvenes que vemos como nuestro potencial se ahoga en medio de recortes, políticos corruptos, empresarios caraduras que se enriquecen aprovechándose de la desesperación ajena y políticas poco realistas a la hora de crear nuevas empresas sostenibles y justas.

Sin embargo, un año más me invaden estos sentimientos contradictorios al empezar el nuevo curso. Tengo pavor de volver al trabajo y de enfrentarme a todas esas cosas pendientes que dejé en julio pero, por otro lado, tengo ganas de disfrutar de cada oportunidad que me da mi vida de soltera y sin blanca en Barcelona. A pesar de que parezca irónico, este estado vital te da muchísima libertad, siempre que no quieras adquirir algo material. No pierdo la fe en que este nuevo curso habrá cambios para mejor. Dicen que lo peor que le puede pasar a alguien es perder la esperanza. De momento, allí sigue. Feliz rentrée.

PeggyMadMen_IsaPiBlog

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