La mentira conlleva una conducta nefasta. No decir la verdad tiene y ha tenido muy mala imagen en cualquier país o sociedad a lo largo de la historia de la humanidad. Los políticos son los profesionales peor valorados por su alta capacidad de enlazar una mentira tras otra en sus discursos. Los hombres o las mujeres que engañan a sus parejas tampoco gozan de la simpatía ajena, al menos no de la mía. Y si una marca miente con las propiedades y cualidades de sus productos, el consumidor no va a tardar en darle la espalda.

Para erradicar tal comportamiento, la cultura popular ideó una moraleja personificada en Pinocho y su larga nariz que crecía en función de su falta de respeto a la verdad. Y si nos remontamos a la Biblia, Dios ya dejó por escrito, en el octavo precepto de las tablas de la ley que dio a Moisés, que quien miente no es un buen discípulo.

A pesar de ello, mentirosos hay muchos, algunos con malicia o creyendo que tú eres idiota y no te das cuenta. Sin embargo, si hay una mentirosa por excelencia es una misma. A lo largo del día podría contabilizar cuántas mentiras me digo a mi misma, sabiendo que lo son, pero autoconvenciéndome que es cierto. Y ante mi propósito de ser fiel a la verdad voy a enumerar los típicos autoengaños femeninos para poner fin a mi tendencia mentirosa.

Esta noche me iré a dormir a las 22:00 para recuperar horas de sueño. Mentira que digo a primera hora de la mañana cuando me despierto y no hay manera de levantarme.

Me conecto sólo un momento a Facebook para consultar si me han escrito. Y el momento se convierte en una hora.

Una amiga me llama cuando estoy a tope de trabajo. Decido cogerle porque sólo serán cinco minutos. Los cinco minutos se convierten en una hora mínimo.

Estaré abierta a conocer a tíos nuevos aunque no encaje en las características de protagonista de comedia romántica. En el minuto uno ya le estoy viendo inconvenientes que si es bajo, que si es soso, que si es más joven, que si tiene un trabajo tan absorbente que no le veré, que si parece un playboy, que si no es mi estilo, que si salió con no sé quién… Y paro que esto es la lista de nunca acabar.

Me compro este vestido que me va un poco apretado pero en dos semanas me quito unos kilitos y me quedará estupendo. Al final el vestido se queda en el armario porque siempre queda preti.

No creo que las cosas que ocurren en las películas románticas son reales. Conozco a un tío nuevo y ya empiezo a crear analogías con lo que ocurre en no sé qué película.

El próximo Sant Jordi me regalará una rosa un tío que me mole de verdad. Esta es una de las mentiras más recurrentes y ya lo digo todo.

Este sábado saldré y lo daré todo. A las 01:00 estoy que no puedo con mi alma. Antes de los 30 esta mentira no la decía.

No voy a estresarme por el trabajo. El primer día de vuelta de vacaciones la palabra agobio es un básico de mi vocabulario.

Este año será mi año. No sé muy bien qué quiere decir (¿dejaré de ser mileurista? ¿encontraré el amor? ¿me invitarán a fiestas glamorosas?, pero es una mentira clásica de después de las uvas porque cada año es igual que el anterior.

Soy bastante impopular en Instagram,así que si alguna alma caritativa quiere seguirme os dejo mi dirección: https://www.instagram.com/isapi_blog/

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