En nombre de la crisis

Cuando una acción es de dudosa práctica, el sujeto busca un modo de legitimizarla. Primero intenta convencerse a sí mismo con un autolavado de coco. Después busca la aprobación ajena con elocuentes y acalorados argumentos y, una vez pasados estos filtros, el hecho/acción se asienta en la sociedad como algo incuestionable.

En la antigüedad, el medievo y la Edad Moderna, todo se hacía en nombre de Dios. Nadie ponía en duda sus divinas palabras. Los Reyes Absolutistas, por ejemplo, utilizaban el nombre de Dios para perpetuar su estado y su poder. La poca cultura y el temor que se infundía en los estratos más bajos salvaguardaban el statu quo. En este sentido, los interesados se pasaban por el forro aquellas palabras de Jesús en las que decía: “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.

MariaAntonieta_IsaPiBlog

Después se asentaron los estados ateos de la mano del comunismo. Dios murió y todo se hacía en nombre del partido y del pueblo. Quedó en evidencia que el pueblo poco recibía y que el partido o, mejor dicho, sus altos cargos se embolsaban el dinero y la gloria igual que aquellos reyes piojosos.

En la actualidad, a Dios ya no se le mete en asuntos propios. Primero porque ya les pillamos – no puede ser más inverosímil el razonamiento – y no queda progre ni cool. Y, por otro lado, visto el resultado de países como Cuba, Venezuela o Corea del Norte, el partido y el pueblo han dejado de ser un premisa válida.

GoodByeLenin_IsaPiBlog

Ahora todo se hace en nombre de la crisis. Es la justificación comprensible para cualquier actividad, artimaña y oscura acción. El Sr. Narciso es un as en este aspecto: recorta sueldos, alarga jornadas laborales sin mejorar salarios, impone ERES de dudosa legalidad, despide a gente – a pesar de que puede permitírselo– porque como menos personas hacen lo mismo invirtiendo horas de gratis por miedo a quedarse sin nada…

Por su parte, el gobierno recorta ayudas, subvenciones, sube el IVA… y un largo etcétera con el que cada día nos encontramos. Así, en nombre de la crisis, algunos van construyendo imperios que no se sujetan a ninguna ley ni conciencia. Si Jordi Pujol, Luis Bárcenas, Magdalena Álvarez y toda esa gentuza que se enriquecen con dinero público y eluden impuestos devolvieran sus millones robados, creo que la crisis menguaría.

ElCapital_IsaPiBlog

A partir de ahora, tomando a los políticos como modelo, cuando llegué tarde al trabajo diré que no es mi culpa, sino de la crisis; cuando tenga que pagar el alquiler eludiré mis responsabilidades diciendo que “con la crisis ya se sabe”; y en el metro saltaré las barreras porque la crisis no me permite pagar esas subidas tan bestias del billete.

Y, por último, un consejo. Si alguien se queja, se pone reivindicativo y exige una mayor justicia social que no se preocupe, que al infierno no irá, ni tampoco al gulag, sólo que se quedará sin trabajo. A ver quién es el osado que se atreve.

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Aprender a decir no

El problema es que, por miedo, engullimos todo y al final no nos tienen en consideración, al contrario de lo que creemos a la hora de aceptar un marrón