No me da miedo reconocer que, a veces, las mujeres no nos aguantamos ni nosotras mismas. Y, en consecuencia, no tomarse demasiado en serio puede ser el arma más eficaz a la hora de lidiar en el día a día. Me explico. En una franja de tiempo escasa, podemos albergar pensamientos optimistas, rallando a la utopía, y otros trágicos que, gracias a Dios, también son una ilusión.
De buena mañana, cuando suena el despertador, se inicia uno de los momentos más terribles. A una le vienen a la cabeza todas las excusas para no levantarse y no asumir las responsabilidades que acechan: creo que estoy constipada, llueve, me fui a dormir demasiado tarde, por qué me enganché a esa mierda de programa… Después llega el vértigo y una corrobora que trabajar es una condena. Empiezan a desfilar por la mente una serie de marrones que debería solucionar de una vez. Y convencida piensa: “Hoy no me levanto”. Una se hace la remolona en la cama, una vez más, hasta que la alarma suena por tercera vez, entonces, una se levanta sin miramientos, el miedo a llegar tarde minimiza cualquier evasiva.
En el curro, los inmensos jaleos a solucionar tampoco parecen tan graves como en la imaginación matutina. En el trabajo, todo funciona como siempre, ajeno a los constipados, lluvias, sueños o estados de ánimos de cada uno. Poco a poco una coge el ritmo y, un día más, se pone las pilas. Repasa los correos y una se emociona. Olvidados ya los sentimientos pesimistas de buena mañana: han confiado en una para un tema que mola. Entonces una cree que su vida es interesante, que ser periodista no está tan mal, a pesar de pagarte cuatro duros, tratarte como el último mono sustituible y estar obligada a ceder a unos horarios abusivos.
De repente te vuelves creativa, se te ocurren modos originales de enfocar un tema más que trillado pero tu crees que le puedes dar un toque personal.Sientes que no se te da nada mal, que eres buena con tu trabajo, cuando recibes un whatsapp del chico ese que no está nada mal pero lo vuestro había quedado en stand by, no acaba de arrancar. ¿Puede estropearse el día?
Sin embargo, poco a poco, la sensación de omnipotencia pierde fuelle. Tu jefe empieza a poner pegas a tu enfoque y puesta en escena. Retoca parte de tu trabajo, el cual pierde su alma y se convierte en algo ajeno a ti. Entonces decides pasar del curro y escribes a tu amiga para decirle que tu ligue ha escrito y le comunicas tu subidón. Subidón que se convierte en bajón cuando te dice que la invitación no ha sido exclusiva sino que también lo ha dicho en el grupo.
Infravalorada en el trabajo, consciente que lo del chico no tiene futuro (una vez más), y aburrida de ver cómo en Instagram a las egobloggers les va de maravilla (maldita envidia), una se va a la cama y vuelve a ser feliz. Gracias a Dios, una tiene una manta calentita y 8 horas por delante para descansar y en nada de vuelta a fin de semana con un planazo esperándole.
Será el hecho de ser Isa Pi, de la condición de mujer o de contemporánea de una sociedad hiperemocional, pero una se deja llevar por los zigzags de la vida, de los ciclos de la mujer y de los estados de ánimo. Una vez más una decide no estar a la merced de los acontecimientos externos, las opiniones de los demás y la volatilidad de los sentimientos. Quiere plantar cara a los vaivenes, relativizar el mundo loco que le rodea y ser dueña de una misma, luchando por los ideales, independientemente de lo que pase alrededor.
Claro que no siempre se consigue –no significa que no se intente- y al día siguiente vuelve el tira y afloja con las sábanas y el despertador.
Cualquier blog que hable de temas que están de moda para captar seguidoras es un egoblog, en general todos lo son porque sino nadie los mira, pero siempre se paga un precio claro está. Lo de los blogs de moda es más encaminado al negocio, sino lo veo una payasada (ejemplo vaqueros con camisa blanca etc). Con todos mis respetos creo que nos debería de sobrevenir una catástrofe natural para que se nos pase a todos (y me incluyo) tanta tontada, hoy en día parece que vale más el ego que el pan, no maduramos.
Por eso son tan guays las egobloggers, porque hacen combinaciones tan novedosas como esta! Y por su gran imaginación consiguen un gran número de seguidoras y un espacio en las revistas ;-)
Hablemos de las egobloggers en verano o las veteranas: que estos días nos enseñan a combinar shorts vaqueros con camisetas blancas... Oh, my! No se me habría ocurrido ni un millón de años!!!